Desde pequeña me han gustado las Fallas. Ese olor a pólvora, el centro de Valencia lleno de gente, el chocolate con churros, buñuelos o porras, el ruido de los petardos, ver a las falleras con su ramo de claveles en la Ofrenda a la Virgen (esto último siempre me ha puesto los pelos de punta)…
Pero todo eso ha dejado de apasionarme por culpa de los temidos PETARDOS. No es que me den miedo, es que me dan susto. Y conforme pasan los años es peor, porque al saltar se me va el cuerpo hacia adelante y las piernas se flexionan, ¿y ya sabréis dónde acabo, no…? ¡Besando el suelo! Me pasa con los petardos más fuertes, pero con los globos también. Cuándo veo alguno, me tiembla todo.