Mis mañanas –previas al salir de casa- son frenéticas, de campeonato. Todo el esfuerzo que supone para mí el despertar-vestir-mear-desayunar-lavar los dientes y la cara-peinar es equivalente al esfuerzo que supone para ti pasar un día cualquiera desde que te levantas hasta que te acuestas. Y no lo digo sin conocimiento de causa, lo digo porque yo también he pasado muchos días con sus respectivas noches sin ninguna discapacidad y con un cuerpo y un alma que no me costaba la misma vida levantarlos.
Mi cuerpo al ir atrofiándose, cada vez pesa más y es más difícil moverlo. También está más cansado –por muchas horas de sueño que lleve encima, mi cuerpo pesa y está agotado- (y sumémosle que me gusta dormir más que a las mantas), me cuesta horrores incorporarme de la cama, despejarme y estar on por las mañanas, por muchos cafés que me tome y mucha agua fría que me tire en la cara –cómo me gusta esto último; ¡¡¡¡y eso es algo que puedo hacer yo solita!!!!- Como “buena dependiente” que soy, necesito ayuda para casi todo. Cuando despierto, tengo todo el cuerpo agarrotado y atontado (sobre todo las piernas), por suerte tengo a mi mami con su mejor cara, alegría y vitalidad (¡¡qué bendición tenerla!!), haciéndome estiramientos y estimulándome la planta de los pies.
Lo dicho, me cuesta horrores arrancar y siempre pueden haber imprevistos. Sin contar que mis movimientos son muy lentos y sólo para desayunar y meterme en la boca las 15 pastillas… Muchas veces digo, sólo por levantarme y ponerme en marcha y estar a las 8h en clase, me tendrían que aprobar… ;-)))
Bueno, que si más de un día y más de dos llego tarde a clase, no es por puro morro, es porque la vida no me da para más.
"DEBO MI ESFUERZO A AQUEL QUE CON EL SUYO TIRA DE MÍ"
“Nuestra recompensa se encuentra en el esfuerzo y no en el resultado. Un esfuerzo total es una victoria completa.”
Mahatma Gandhi