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lunes, 11 de marzo de 2013

¡Ya estamos en Fallas!

Desde pequeña me han gustado las Fallas. Ese olor a pólvora, el centro de Valencia lleno de gente, el chocolate con churros, buñuelos o porras, el ruido de los petardos, ver a las falleras con su ramo de claveles en la Ofrenda a la Virgen (esto último siempre me ha puesto los pelos de punta)…

Pero todo eso ha dejado de apasionarme por culpa de los temidos PETARDOS. No es que me den miedo, es que me dan susto. Y conforme pasan los años es peor, porque al saltar se me va el cuerpo hacia adelante y las piernas se flexionan, ¿y ya sabréis dónde acabo, no…? ¡Besando el suelo! Me pasa con los petardos más fuertes, pero con los globos también. Cuándo veo alguno, me tiembla todo.


En época de Fallas o en alguna fiesta, siempre aviso y los demás se ríen y me llaman exagerada y hasta que no ven lo que pasa, no se lo creen (a excepción de mi mami, que siempre tiene una mano en mi hombro para evitar que me venza). Qué se le va a hacer, no lo puedo evitar… 
Durante toda mi vida me ha encantado tirar petardos o eso de sentarme encima de los globos, pincharlos… Pero yo creo que ha sido al paso del tiempo al ir avanzando la enfermedad y no verme tan capaz de controlar los movimientos, lo que ha ido incrementando esa sensación.

Dicen que los límites se los pone uno mismo, pero en éste caso, no estoy de acuerdo…


Ya que he dedicado este post falleril, voy a contar una anécdota que me pasó con unos 11 añitos y que siempre que me acuerdo de ella, me vienen las Fallas a la cabeza. No se lo he contado nunca a nadie, ésta es la primera vez…

Una tarde de Fallas, había quedado con mis amigas para dar una vuelta –aunque a mí no me hacía ninguna gracia- y de vuelta a casa para ir a cenar, me metí por unas calles más apartadas y que de normal no pasa mucha gente, para no pillar un petardo ni medio... Estaba ya oscuro y yo iba andando rapidito por la acerca con mi típico vaivén y desequilibrio de por aquel entonces, cuando pasó un coche y por la ventanilla la voz de un chico joven me gritó: ¡¡borracha!!

Me quedé alucinando y en ese momento sentí unas terribles ganas de llorar, miedo y vergüenza. Pero no me detuve y continué andando hasta casa. No me había pasado nunca antes y no quise contárselo a nadie.


Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar. Paulo Coelho

5 comentarios:

  1. belén, en las ortopedias venden un cinturón de seguridad que te maltiene atado/a a la silla, ajustable y con cierre similar a los cinturones de los coches. También he visto que esto hay gente, sin silla de ruedas, que lo usa como "faja riñonera", pero en ese caso va sumamente ajustado al cuepo, mientras como cinturón de silla de ruedas puedes llevarlo holgado, sin que te cause ninguna molestia. Yo ya uso esta pieza a diario. A ti te serviría para seguridad en las fiestas falleras. Creo que cuesta unos 20 euros.
    Un abrazo.
    Miguel-A.

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  2. Hola Miguel, la semana pasada me compré el cinturón pero aún no lo he pobrado porque llevo varios días muy constipada en casa; cuando lo pruebe, te cuento.
    Gracias,
    Un beso grande!

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  3. Hola belén, te vuic molt, del teu germá, Antonio

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  4. Belén... a mi les mascletaes m'encanten... Però els petards solts... ¡¡¡ELS TINC PÀNIC!!! Entenc perfectament la teua tensió, però no em preocupa: en peores plazas has toreado, amiga. I per l'anécdota d'aquella nit.. passa. Tu estàs per damunt de tot aixó. T'estime amore!! ;)

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    1. Guapa, guapa i guapa!! No se que dir-te...gràcies per estar!! T´estime molt <3

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