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lunes, 25 de noviembre de 2013

Cuando me amé de verdad

Cuando me amé de verdad comprendí que en cualquier
circunstancia, yo estaba en el lugar correcto, en la hora
correcta y en el momento exacto y entonces, pude relajarme.

Hoy sé que eso tiene un nombre…AUTOESTIMA

Cuando me amé de verdad, pude percibir que mi angustia y
mi sufrimiento emocional, no es sino una señal de que voy
contra mis propias verdades.

Hoy sé que eso es…AUTENTICIDAD

Cuando me amé de verdad, dejé de desear que mi vida fuera
diferente y comencé a ver todo lo que acontece y que contribuye a
mi crecimiento.

Hoy eso se llama…MADUREZ

Cuando me amé de verdad, comencé a percibir como es
ofensivo tratar de forzar alguna situación, o persona, solo
para realizar aquello que deseo, aún sabiendo que no es el
momento o la persona no está preparada, inclusive yo mismo.

Hoy sé que el nombre de eso es…RESPETO

Cuando me amé de verdad, comencé a librarme de todo lo que
no fuese saludable…, personas, situaciones, todo y cualquier cosa
que me empujara hacia abajo. De inicio mi razón llamó esa actitud
egoísmo.

Hoy se llama…AMOR PROPIO

Cuando me amé de verdad, dejé de temer al tiempo libre y desistí
de hacer grandes planes, abandoné los mega-proyectos de futuro.
Hoy hago lo que encuentro correcto, lo que me gusta, cuando quiero
y a mi propio ritmo.

Hoy sé que eso es…SIMPLICIDAD

Cuando me amé de verdad, desistí de querer tener siempre la razón y
con eso, erré menos veces.

Hoy descubrí que eso es la…HUMILDAD

Cuando me amé de verdad, desistí de quedar reviviendo el pasado y
preocuparme por el futuro. Ahora, me mantengo en el presente, que es
donde la vida acontece. Hoy vivo un día a la vez.

Y eso se llama…PLENITUD

Cuando me amé de verdad, percibí que mi mente puede atormentarme y
decepcionarme. Pero cuando yo la coloco al servicio de mi corazón, ella
tiene una gran y valiosa aliada.

Todo eso es…¡SABER VIVIR!

“No debemos tener miedo de confrontarnos,

 hasta los planetas chocan y del caos nacen las estrellas”

Charles Chaplin


                                   


Pocas son las personas que se aman de verdad, y sólo amándonos lograremos encontrar la verdadera felicidad. Acéptate, quiérete, ámate, comprométete; ponte metas, objetivos, cúmplelos o almenos inténtalo, no te conformes; que ni el miedo ni la vergüenza te impida conseguir tus retos o ser tal cual eres.
Hoy, en el día de mi cumpleaños...19 ya! No se me ocurría mejor post que éste: que hablara de amor, felicidad y vida. Y de valores tan importantes y tan básicos para mí, como el respeto, autoestima, autenticidad, plenitud, madurez, humildad, simplicidad, amor propio y empatía. ¡Feliz vida!

lunes, 18 de noviembre de 2013

Hay vida, mucha vida

“Estar sano o estar enfermo es una mejor o peor circunstancia. El verbo es ESTAR”
Todo un viaje de Silvia Abascal

La historia que voy a contar comenzó hace más de 6 años. Empezamos a la par las sesiones de fisioterapia neurológica. Ella por un ictus y yo por una Ataxia de Friedreich. Ella en una silla de ruedas, débil, imposible de valerse por sí misma y yo tan “pancha” subiendo las escaleras de dos en dos –teniendo el ascensor al lado- y sin saber muy bien porque iba allí.
Me acuerdo perfectamente de una mañana, poco después de conocernos, ella estaba sentada en la entrada de la consulta esperando para empezar la sesión y mi madre y yo, estábamos de pie en la puerta, ya para irnos. Y en eso me preguntó ella: “¿y a ti que te pasa?” Yo que era lo más de la vergonzonería (ahora también lo soy, pero con 12 años era demasié) me quedé callada y agaché la cabeza; y mi madre (con la alegría que le caracteriza y la sonrisa siempre en la cara, como si no hubieran problemas) fue la que respondió: “problemas de equilibrio…”. Entonces ella, con una media sonrisa, me miró y dijo: “ojalá tuviera yo problemas de equilibrio…” Anda que no me he pasado horas dándole vueltas a esta conversación. Pensando en nuestra suerte y en cómo han cambiado las cosas… Y a partir de ahí hemos compartido mucho, vivido más y reído demasiado. Y lo que nos queda...

Hubo un día que la vida quiso que nuestros cuerpos fueran a otro ritmo. Es alucinante como su cuerpo, partiendo de una hemiplejia (a causa de un ictus, Daño Cerebral Adquirido -DCA-), se ha ido corrigiendo y recomponiéndose. Más alucinante ha sido ver su evolución. Es increíble la capacidad de recuperación que tiene el cuerpo humano, y digo increíble porque estos ojitos lo han visto, no me lo he inventado. Luchamos por lo mismo, porque nuestro cuerpo avance y no se quede estancado. Luchamos sin cansarnos, porque confiamos en un futuro mejor para nuestro cuerpo. 


Ella es una pasada. Dulce, cariñosa, auténtica, valiente, presumida, “pija” (en el mejor de los sentidos; no me lo negarás, eh…), mujer, madre y abuela fabulosa. Tuvo que empezar desde cero hace más de siete años, y entonces tocó fondo, pero la única opción era tirar hacia delante por ella y por los suyos. No permitió volver a caer, no le dejaron volver a caer. Sólo tengo palabras bonitas hacia ella, pero porque se lo ha ganado a pulso. Echando la vista atrás, desde que comenzó su lucha, y viendo lo que ha conseguido gracias a su esfuerzo y trabajo diario, sólo puedo quitarme el sombrero. Y ver lo poco que le queda y que toda su evolución ha sido, es y será positiva, aún se me ensancha más la sonrisa. Es muy afortunada; le rodea la magia, su alrededor brilla y sólo tiene que sonreír y dejarse llevar, nada más.

Sí, las cosas han cambiado. Ahora soy yo la que está en una silla de ruedas con el cuerpo “desmontado” y ella es la que ahora está estupenda y poco le queda para subir las escaleras de dos en dos.


Por guapa, porque te quiero y porque me gusta estar contigo.


                              


"Todo un viaje" de Silvia Abascal

"Cuando el ictus llama a tu puerta" de Lourdes Maldonado

Vídeo sensibilización ICTUS

El Concepto Bobath en la rehabilitación del ICTUS

lunes, 4 de noviembre de 2013

¿Accesibilidad para todos?

Que no. Que por mucho que se empeñen en decirnos y convencernos de que las ciudades ya están completamente accesibles para una persona con discapacidad, no es así. Con discapacidad me refiero tanto a gente con movilidad reducida, andador, silla de ruedas, personas con alguna extremidad amputada, con discapacidad sensorial…
Queda muy bonito decirlo y más en alguna inauguración o acto público o con políticos de por medio, y cuando se hace con algún beneficio detrás, más bonito es. Nos quedamos todos con una sonrisa de gilipollas y aún tienes que decir “gracias”. ¿Gracias? ¿Cómo que gracias? ¿No tengo yo el mismo derecho que una persona sin discapacidad a entrar en un local o un transporte público?

Si empiezo a contar la de casos que se han dado por la cantidad de barreras arquitectónicas que hay y la falta de puntos accesibles que nos dejan a la altura del betún… Como fue, por ejemplo el caso de una señora que usaba andador y que, en Valencia, un conductor de la EMT le negó la rampa para que pudiera subir, cuando el conductor no tiene que hacer ningún esfuerzo, sólo darle a un botón. Eso es discriminación en toda regla, que no vengan luego con excusas y leyes. Si la señora necesita ayuda, le ayudas y punto. (Noticia aquí)

Y ya ni hablamos de cuando falla algún mecanismo que facilita la accesibilidad o ascensor, para qué lo van a arreglar, si total para cuatro que lo usan no vale la pena gastarse el dinero, mejor, que se vayan a su casa…
Ir al cine –previa llamada para preguntar si funcionan las plataformas (porque señores, en pleno centro de Valencia, que un cine no tenga ascensor…)-, comprar las entradas y al ir a subir te dicen que las plataformas no funcionan… Obviamente me devolvieron el dinero y me marché. No he vuelto más.

Los autobuses de la EMT también dejan mucho que desear en cuanto a accesibilidad se refiere. Se supone que todos los autobuses deben de tener, en la puerta del medio, una rampa que se despliega para que puedan subir silla de ruedas y personas con movilidad reducida, porque para subir o bajar el escalón ese de medio metro teniendo algún problema, tienes para que te den un premio. Más de una vez estuve a punto de comerme el suelo cuando andaba…
Pero eso de la rampa es pura lotería: puede ser que la rampa funcione bien, puede ser que no funcione o, simplemente, que no haya rampa. En los dos últimos casos no queda más remedio que quedarse en tierra, buscar un taxi o un metro para volver. Ah! Y no hablemos del metro… En todas las estaciones por las que he ido, hay ascensor –eso sí, más leeeeentos no pueden ser-, bueno hay ascensor pero ten mucha suerte y nada de prisa, porque como esté estropeado varios días y no lo arreglen… Como nos pasó una vez, que no podíamos subir del andén y simplemente nos dijo el revisor: Suban al metro y bajen en la siguiente parada que el ascensor sí que funciona allí… Eso hicimos, pero, ¿es esa la solución?
Siguiendo con el Metro Valencia… porque claro, si vas con la silla manual con el acompañante que te empuja y te levanta cuando hay algún escalón, te puedes apañar; pero, y si vas con la silla eléctrica –que éstas pesan lo suyo y no se pueden levantar tan fácilmente-? Pues ármate de paciencia y tómatelo con humor.

O que se piensen que las sillas eléctricas tienen súper-poderes para subir un escalón de un palmo de alto –porque como lo bajes, te abres la cabeza-. ¡Oiga, que las aceras y las calles son para todos, que yo también pago! 
Ah! Y qué hacemos con aquellos que aparcan el coche en una plaza para discapacitados? Ese pequeño “privilegio” que tenemos, también lo quieren ellos… Pues nada, que se queden con el privilegio y con el problema, que si alguien quiere aparcar ahí, que cojan también mis piernas.

¿Y qué pasa con los establecimientos, tipo cafeterías, restaurantes, clínicas, …cualquier lugar donde entre cualquier persona? Desde el año 2003 es obligado que todos los locales estén adaptados y sean accesibles para cualquier persona, y sino… multa. En la entrada de cualquier establecimiento debe haber una rampa… Meeeeeeec! Ya la hemos liao. No he ido yo a lugares con escalones en la puerta, y cuando llegas al sitio y lo ves, es como si te dieran una patada en el estómago… No me dirán que el mismo trabajo es hacer una rampa que un escalón. Cuando llego a un local y veo escalones en la entrada es como si hubiera un cartel que pusiera “PROHIBIDO DISCAPACITADOS”. Y lo mismo pasa con los baños... Adaptaditos tienen que estar todos.
Y no lo digo yo, lo dice la ley. LEY 51/2003, de 2 de diciembre, de igualdad de oportunidades, no discriminación y accesibilidad universal de las personas con discapacidad (LIONDAU)


CONCLUSIÓN: A esta sociedad aún le queda mucho por avanzar, aprender y necesita valores.