Este año ha sido una auténtica montaña rusa emocional. Lo bueno es que empezó regulero, durante el año fue mejorando a temporadas y empeorando a otras, y ha terminado por todo lo alto, de la mejor manera. Digo "lo bueno" porque si hubiera sido al revés la sensación sería nefasta; los humanos somos así, solemos quedarnos con lo último y no ver el curso de las cosas.
Foto: Rosi Moreno y Mercè Galán |
Hace unos días tiré el calendario de sobremesa y la agenda de 2018, y los sustituí por los de este año que empieza. Pareciera que tuviera prisa por deshacerme del 2018, pero tengo curiosidad y ganas de ver lo que 2019 tiene preparado para mí: que sea todo bueno, por favor (y lo malo, que sea lo más suave posible). Soy así de ansias.
Mi deseo para quienes me leéis es que riais, meditéis, comáis limpio, hagáis una cura de sueño cada poco tiempo, no os agobiéis por lo que vendrá ni os ancléis al pasado (porque lo que fue ya no volverá). Que os deis comilonas sn contar calorías, que disfrutéis del mar o de la montaña, de su color, su sonido y su olor, del sol y de la lluvia; que no os quejéis mucho, porque de tanto repetirlo el cerebro se lo acaba creyendo, que no hagáis lo políticamente correcto, haced lo que sintáis, rodearos de personas vitamina (con las que os brilla la mirada, aquellas que os chutan energía y os hacen sentir bien), confiad en vosotros y marcaros metas.
Yo, por mi parte, voy a terminar mi año con un paseo largo por la huerta bajo el sol del mediodía, con un enantym que me calme los calambres de la contractura/pinzamiento/lo que leches sea que se haya instalado en mi escápula izquierda, algo de lectura (#esoquenuncafalte), una copa de cava y mis doce uvas (que me las tome a tiempo ya es otra cosa).
Estoy intensa sí, quizás porque hace poco publiqué mi libro y estoy en plena promoción, recibiendo mucho cariño y emoción; y porque estas Navidades he estado leyendo El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, una lectura jugosa y con mucha miga que he dejado en la librería porque intuyo que es un libro para releerlo cada pocos meses.
Dejo una canción de regalo, porque no sé terminar la cosas de otro modo que no sea con música :)
"Quien tiene un porqué para vivir puede soportar casi cualquier cómo"
(Frase original de Nietzsche, pero que repite Viktor Frankl a lo largo del libro.)